Tarta, KFC y Jesús el Rey
Navidad en Japón y más allá
Navidad. Una fecha que ha sido reinventada desde tantas perspectivas globales e ideológicas. A muchos les gusta guardar las tradiciones de la iglesia y ven las fiestas como un tiempo de rituales y contemplación. Otros pasan de celebrar nada porque es como un carnaval de origen humano y no bíblico, que nada tiene que ver con los datos históricos de la vida de Jesús. Y los hay que disfrutan con las bonitas tradiciones navideñas como las luces, los regalos, la comida y poco más. La Navidad se caracteriza por aunar una curiosa mezcla de la cultura divina y humana, lo suficiente para una celebración que nos invita específicamente a “ver al Dios nacido”.
Celebramos la Navidad en diciembre por una tradición cultural que tiene su origen en Occidente (de hecho, las iglesias ortodoxas orientales la celebran en otra fecha diferente). Una explicación que se suele dar es que el 25 de diciembre es una “cristianización” de la celebración romana del solsticio de invierno. El término yule (que se utiliza en inglés) también viene de una palabra germánica y anglosajona que se refiere al solsticio de invierno. Hay evidencia que dice que celebramos el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre porque la fecha de su concepción milagrosa se coloca el 25 de marzo, que se percibe también como la fecha del principio de la creación, y que también coincide con el equinoccio de primavera, que tiene connotaciones de nueva vida. Sea cual sea la explicación, la asociación con el equinoccio de primavera y el solsticio de invierno pone de relieve que la celebración de la Navidad el 25 de diciembre claramente tiene sus orígenes en el hemisferio norte.
La Navidad tiene muchos matices para los estudiantes de la comunidad de IFES alrededor del mundo. Para muchos quizás no sea un tiempo fácil y la Navidad puede ilustrar de algún modo las dificultades a las que se enfrenta el ministerio estudiantil. Hay un ejemplo curioso navideño: la cultura dinámica de Japón. Una nación desarrollada y próspera que históricamente no ha recibido mucha influencia cultural navideña cristianizada, a diferencia de muchas partes de la comunidad de IFES. De hecho, la cultura japonesa no reconoce las mismas fronteras lineales entre las diferentes creencias religiosas y no tener creencias, como en otras muchas partes del mundo. La mayoría de las personas se denominan no religiosas, en el sentido de que rechazan las creencias religiosas que parecen ser extrañas o excesivas, pero eso no significa que no participen en actividades religiosas.
En unas fiestas tan arraigadas en la tradición e identidad occidentales, pero aún más en los infinitos misterios de Emanuel, Dios con nosotros, una realidad para todas las naciones, ¿cómo es ser estudiante cristiano en Japón durante la Navidad? Arisa, una estudiante que participa en KGK, el movimiento estudiantil de IFES de Japón, comparte sus reflexiones sobre cómo hacer frente a las complejidades culturales de la Navidad en Japón.
“Es como si la gente estuviera haciendo mal uso de la Navidad”
Arisa admite que no le gusta el hecho de que no haya muchas referencias a Jesús en la imaginería navideña japonesa. Papá Noel, los renos y los muñecos de nieve abundan, pero no hay nada más. En lugar de hacer referencia a la luz que había de venir al mundo, el Verbo hecho carne, la Navidad se ve simplemente como un tiempo de repartir alegría y aprovechar tradiciones que en otros lugares podrían parecer poco convencionales. En los años setenta hubo una campaña publicitaria, por ejemplo, que consiguió que comer pollo frito de KFC se convirtiera en una tradición popular.
Arisa nos cuenta que “alguna gente aprovecha las fiestas como una oportunidad sexual”. De hecho, Nochebuena se ve como un momento para parejas en muchos aspectos, al igual que el Día de San Valentín en otros países. Y Arisa nota que la gente en general está más ensimismada durante las fiestas, a pesar de que la Navidad “debería ser un tiempo de humildad. Me da pena que la gente aproveche las fiestas para coronarse a sí mismos”.
Comer tarta
Pero Arisa también ve que también hay algo bueno en la Navidad japonesa. Le da mucha alegría ver que hay gente no cristiana celebrando las fiestas. A la gente le gusta comer tarta, que es una parte importante de las celebraciones navideñas japonesas, y pasar tiempo con la familia y los amigos. Aunque de alguna forma se están “coronando” a sí mismos y no reconociendo que la Navidad es la celebración del nacimiento de Jesús, están gozosos. Según Arisa, aquí podemos ver la misericordia y la gracia común de Dios: a pesar de que la gente no está celebrando a Jesús, Dios les da bendiciones para que disfruten las fiestas de Navidad.
Esto no se aplica solamente a Japón. Las tradiciones que se han desarrollado aquí, con las influencias culturales alejadas del legado cristiano bien arraigado de Europa, quizás parezcan estar muy lejos de las realidades bíblicas, del imperativo cristiano de “venid, adoremos”. Pero ¿lo están de verdad? En otras partes del mundo, ¿no está la Navidad siempre mezclada con rituales culturales humanos? Hasta en el corazón de cada uno de los cristianos siempre habrá un conflicto, como dice Romanos 7, entre la adoración y las preocupaciones más mundanas. Y nunca podremos escapar de la poderosa influencia de las ideas culturales que se nos han inculcado.
¡Venid, adoremos!
Arisa resuelve este conflicto de forma astuta. Señala que las diferencias que importan no son las que hay entre las diferentes perspectivas culturales de la Navidad, o incluso entre culturas que tienen tradiciones más religiosas y aquellas en las que Cristo está prácticamente ausente. Lo que importa es que en todas partes, independientemente del contexto cultural, la Navidad no es realmente el punto – Jesús es. Si superamos las complejidades de la cultura, lo que realmente importa es: ¿empleamos la Navidad para buscar a Jesús por nosotros mismos, observando, viendo, adorando, confiando y esperando? ¿O pasamos de él para buscar nuestra propia felicidad a nuestra manera, sin hacer ninguna referencia a él?
Esto es algo que todos debemos elegir y es una elección que nada tiene que ver con el contexto cultural. Decidir coronarte a ti mismo o coronar a Jesús como Rey no es una cuestión japonesa, sino humana. Y Arisa señala que mientras que la Navidad exige que tomemos esa decisión, también tiene otros significados. La Navidad construye un puente en la oscuridad de la condición pecaminosa de la humanidad y demuestra la necesidad de ser salvos, “y el lado bueno es que Dios envió a su Hijo a salvarnos, porque nos ama”.
Vengamos de donde vengamos y sea cual sea la celebración que el mundo a nuestro alrededor quiere que hagamos, marchemos de nuevo a Belén, “de gozo triunfantes”.